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Denis Mañunga, agricultor de tradición campesina

Denis Antonio Mañunga, campesino zona rural municipio de Popayán.

Don Denis es un campesino de la zona rural del municipio de Popayán, en su rostro se refleja la generosidad y humildad, la alegría de la vida, pero también el cansancio de lo que implica el arduo trabajo del campo, sus manos rugosas y fuertes están curtidas de esta historia que sostienen tantos hombres y mujeres que trabajan la tierra, de esta historia en común que comparten los campesinos.

A sus 71 años Denis Antonio Mañunga, conserva la fuerza y las ganas de continuar en su finca, produciendo alimentos, porque para él, el CAMPO ES LA VIDA.

“Soy Denis Antonio Mañunga, Mañunga porque mi papá nunca me dió el apellido. Mi madre se llamaba Vicenta Mañunga, era una mujer que le tocó sola trabajar el campo y a mí me correspondió ayudarle en el trabajo de la finca. Soy el 3ro de 7 hijos, mis hermanos se llaman Manuel Mañunga, Cecilia Mañunga, Jaime Mañunga, Rodrigo Mañunga, Tobías Mañunga y Carlos Julio Mañunga.

Mis hermanos mayores trabajaban abajo en la finca donde los tíos, en ese tiempo los tíos mandaban mucho a los muchachos y nosotros les teníamos mucho miedo porque eran bastante agresivos con uno, no se les podía decir nada porque si se les decía algo lo juetiaban a uno.

Mis hermanos mayores trabajaban allá y cuando ellos tuvieron la posibilidad de ganarse la plata se fueron para el Valle. Así nos fuimos desprendiendo. Cuando ya pudieron conseguir para el pasaje se fueron, porque acá le trabajaban al tío y él era muy mal agradecido con ellos, no les pagaba, hasta a mí me tocó, uno les iba a pedir “vea tío deme cinco centavos” y él era bravísimo, él le decía “plata paque”. Él nos hacía trabajar sembrando café, desyerbando y sembrando caña, sembrando maíz y limpiando potreros. Mi mamá también trabajaba donde él, porque esto era de la abuela de nosotros que llamaba Ascención Mañunga, ella era la dueña de todo esto. Las hijas se llamaban Marta Mañunga, Cristina Mosquera, Anita Mañunga, Alfonso Mañunga y Vicenta Mañunga mi mamá.

Cuando mis hermanos partieron me quedé con mi mamá aquí en la casita de adobe donde vivíamos en ese tiempo. Recuerdo que yo tendría unos 7 o 8 años, mi mamá se quedó trabajando donde el tío Alfonso y a mí me mandó a trabajar a otro lado. De lo que me pagaban yo le daba para comprar una libra de arroz y en ese tiempo se compraban 20 centavos de cebolla, yo le colaboraba a mi mamá para el mercado y así fuimos creciendo.

Después me colocó a la escuela y como en muchos casos a uno de niño solo le daban estudio mientras hacía la primera comunión y se aprendía a escribir el nombre, de allí los papases y en mi caso mi mamá, me retiró de la escuela porque en esa época para ellos lo importante era aprender a trabajar la tierra. Yo vivo agradecido porque gracias a Dios aprendí a trabajar y sigo en el trabajo de la finca hasta que Dios quiera y ese es el fin, yo digo que yo moriré en el trabajo ese es mi manera de pensar”.

Jornada de minga, vereda Las Mercedes.

Don Denis es nativo de la vereda Las Mercedes al occidente del municipio de Popayán, en su finca se puede identificar cultivos de caña, café, maíz, fríjol, yuca, arracacha y una gran diversidad de flora y fauna. Desde hace más de veinte años es asociado de ASAGROP Asociación Agropecuaria de Popayán y confiesa que siempre ha practicado la agricultura orgánica “de eso puede dar fe don Saúl, quien desde hace muchos años me brinda el acompañamiento técnico”, menciona don Denis.

“Yo soy criado sembrando caña, café, plátano, maíz, frijol y pasto, anteriormente tenía ganado ahora solo un caballo y una mula. Siempre he echado pa delante y así será hasta el día que me muera. Siempre he tenido ganas de trabajar la tierra, todo el tiempo ha sido así y me siento agradecido porque el Señor me ha dado esa fuerza. Mi jornada inicia a las 5 de la mañana y lo primero que hago es agradecer por la vida y la fuerza que tengo”.

De las experiencias más bonitas que don Denis recuerda de aquella época donde compartía con su madre en las jornadas de siembra, es la forma como le enseñó a sembrar café. “Ella me decía vamos a sembrar café y me llevaba a esos cafetales viejos que habían botado ese café en el suelo y ese semillero que estaba bien bonito, cogía y lo arrancaba como arrancar un monte cualquiera y ahí mismo podía ser un terreno como ese que está ahí – señala con su machete en mano el suelo del patio de su casa, un suelo duro y pelado – se hacía una macana que tuviera un chuzo, hacían un hueco y cuando se levantaba la tierra colorada, ahí sembraban el café, no se ponían a ver si la raíz quedaba torcida, no se imagina la belleza de café que se daba, uno se quedaba aterrado.

El café lo sembraban, acostadito y ese café retoñaba por todito el tallo y usted viera esas cafeteras tan hermosas que se daban y como cargaban. Yo me quedo aterrado que ahora uno llena el hoyo de compost orgánico y si no sigue con el proceso de seguir alimentando de seguir dándole de comer a ese café, ese café no arranca y fíjese, uno se queda admirado de lo de antes que en esos terrenos colorados uno sembraba una mata de plátano y ahí se daba el plátano.

Nacimiento de agua, finca Denis Antonio Mañunga

¿Yo no sé qué tenía la tierra?

Ahora se le ha acabado ese potencial que tenía la tierra. La tierra tenía un mineral, podía ser en cualquier tierra colorada como en esa loma, – y señala el barranco que queda en frente de su casa- ahí sembraban y ahí se daba, porque nadie conocía abono, ni sabía preparar nada de eso que vemos ahora. 

En esa época se hacía la molienda tradicional con la bestia, ese bagazo que quedaba de la molienda de la caña se le arrimaba a la mata de caña, al arbolito de café y ese era el abono. El abono era el bagazo que se le echaba a la tierra brava donde salía vendeaguja y ese era el abono que uno conocía, el abono de esa época que los mayores echaban, porque uno no lo hacía, sino que en esa época eran ellos los que hacían eso y así sembraban en cualquier peladero o loma. Los mayores de esta zona sembraban así, como sembraba mi mamá, en cualquier peladero o una loma de esas-vuelve y señala el barranco de tierra amarilla- se iban a a sembrar café, plátano o caña y todo se daba.

Imagínese ahora uno hace el hueco grande lo llena de orgánico y el café arranca, pero cuando se acaba la fuerza del orgánico él se empieza a quedar y hay que volver a alimentar para que el vuelva y coja vida hasta que produce. Es una cosa que se va acabando porque imagínese cuando ya ni el orgánico haga funcionar eso, que van a hacer las nuevas generaciones que vienen, cómo irán hacer producir una mata. Nosotros ya si nos vamos, ya no vemos eso tan horrible, porque viene una cosa muy espantosa que todo el mundo se aterrará, porque ya la tierra no quiere dar nada y la gente quiere estar en la ciudad.

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Federación Campesina del Cauca

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